Algunos sostienen que este proyecto es un traje a
la medida. Por supuesto, el sistema que se apruebe no será perfecto. Pero
debemos legislar para que los excluidos ahora tengan la posibilidad real de
acceder al Congreso.
La reciente aprobación en general por parte del
Senado del proyecto que termina con el sistema
binominal y lo reemplaza por uno de carácter proporcional constituye uno
de los avances más relevantes en materia electoral que ha vivido el país desde
el retorno a la democracia.
Existe un amplio consenso respecto a que el sistema
binominal es una de las causas del descrédito de la actividad política. Sin
embargo, quienes reivindican el sistema binominal aseguran que éste le ha dado
estabilidad al país y argumentan que ha traído beneficios a ambas coaliciones,
como si el espectro político se agotara en dos grandes bloques. Como si no
existieran los independientes. Como si los que no han sido favorecidos no
importaran.
Algunos sostienen que este proyecto es un traje a
la medida y aspiran a que el nuevo sistema siente bien a todos quienes formamos
parte del Congreso. Pero lo realmente importante es asegurar que esta
iniciativa siente bien a los que hoy no tienen un espacio en el Parlamento.
Así como en materia social legislamos para los más
humildes, en materia política debemos legislar para los que hasta ahora han
sido excluidos, a fin de que otras fuerzas, nuevos grupos y partidos emergentes
tengan la posibilidad real de acceder a este espacio.
Ya no habrá más promesas que se queden en el camino
o acuerdos que se firmen sin contar con los votos. Ya no más excusas ni
elecciones sin competencia real. Ya no más desigualdad aberrante en el valor
del sufragio según el lugar donde se vote.
Por supuesto, el sistema que se apruebe no será
perfecto. La desigualdad no será eliminada por completo; no obstante, ésta
disminuirá y la representación será sustancialmente más igualitaria que la
actual.
El sistema electoral no será estrictamente
proporcional, pero minorías que hoy se consideran al margen del sistema
político tendrán acceso a este Congreso Nacional y, por esta vía, aumentará su
compromiso y adhesión con los canales democráticos.
De igual modo, en materia de igualdad de género
quizás no se llegará a la paridad. Con todo, indudablemente habrá mayor
equilibrio en la representación, teniendo presente que la participación
femenina hoy alcanza sólo al 15 por ciento de los congresistas.
En definitiva, nuestra democracia se perfeccionará
y la composición del Congreso tendrá la posibilidad de reflejar la evolución de
la opinión pública.
Ya no habrá más promesas que se queden en el camino
o acuerdos que se firmen sin contar con los votos. Ya no más excusas ni
elecciones sin competencia real. Ya no más desigualdad aberrante en el valor
del sufragio según el lugar donde se vote.
Senador Rabindranath Quinteros
www.senadorquinteros.cl
Columna de Opinión publicada en Blog La Nación el 26 de noviembre.
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