Tenemos un serio problema de
calidad. Nuestros mejores alumnos son
peores que el 10 % de proes alumnos de Japón. El problema de la calidad
es sistémico.
Clave para la calidad: la equidad. En Chile no hay equidad,
existe un determinismo social. El resultado, el rendimiento, el aprendizaje de
un niño, finalmente está determinado no por su esfuerzo individual, no por sus
talentos naturales, está determinado por la herencia social. El origen y la
cuna determinan finalmente el futuro de un niño y así lo demuestra el simce y
la psu.
No tenemos calidad, no tenemos equidad
y tampoco tenemos inclusión. La inclusión es necesaria para la equidad y es
necesaria para la paz y la cohesión social.
Las escuelas son tremendamente
homogéneas, aquí cuando se dice que las escuelas particulares subvencionadas son
heterogéneas, la verdad es que primero hay que señalar que el Índice de
vulnerabilidad Escolar (IVE) demuestra que en los Colegios Públicos sobre el
70% de los niños son vulnerables; en los colegios particulares subvencionados,
bajo el 50% son vulnerables. En los colegios públicos el 10% de la matrícula
son niños con necesidades educativas especiales; en los colegios particulares
subvencionados sólo el 4%, ¿por qué? Porque los colegios se han especializado
en la selección, en la segregación, en no dar valor agregado al proyecto
educativo.
Y cuáles son los efectos que se
reportan por la segregación y la falta de inclusión respecto de la calidad:
Disminuye la calidad de los
resultados académicos de los niños más pobres; debilita la capacidad de la
escuela de incorporar a las nuevas
generaciones al ejercicio de la ciudadanía; el deterioro de procesos educativos
en cuanto a capacidad de aprendizaje y generación de valores como la tolerancia
y el respecto a las minorías.
Y por qué tenemos estos problemas
de mala calidad, de falta de inclusión y segregación y falta de equidad. Porque
nuestro sistema es una anomalía en el ámbito educativo, lo inventó un dictador
hace 40 años, hizo un experimento en Chile que hoy día
algunos defienden porque es difícil cambiar la cultura después de 40 años,
cuando nos acostumbramos a que lo importante en la vida es tener el dinero
suficiente para entregar educación a nuestro hijos. La educación como bien de
consumo y no como un derecho social.
Fíjense que el gasto privado en
educación en Chile es 2,7% del PIB, mientras que el gasto total en Educación el
7,1. Los países de la OCDE, que nos encanta compararnos, es 1.4 % Nosotros
gastamos el doble. Por tanto, al final del día los padres y los hijos reciben
la educación, no la que necesitan, sino que la que les alcanza con los recursos
que tienen en el bolsillo.
Por otro lado, está la oferta
pública. Los países que lo hacen bien, tienen 90 – 100% de oferta pública,
Chile ni siquiera alcanza el 40%, otra anomalía.
Respecto del copago, quiero decir lo que han dicho de forma reiterada y
prácticamente unánime los expertos que
entrevistamos en la Comisión: “el financiamiento compartido agrava la alta
segregación social de la educación chilena, limita las posibilidades de
elección de las familias”. Hoy día no eligen los padres, hoy día eligen las
escuelas.
Faltan a la verdad aquellos que
dicen que este proyecto afecta la libertad de enseñanza y la libertad de los
padres de elegir el colegio.
Respecto del lucro este modelo de Chile es único en el mundo. Con recursos
públicos se puede obtener utilidades. Finalmente opera un sistema de mercado
donde los colegios que compiten por la subvención y las medición estandarizadas
(SIMCE) son utilizadas como herramienta de mercado para discriminar, para
seleccionar. Por lo tanto, es imposible saber si una escuela es de buena calidad o
simplemente los resultados del aprendizaje de sus niños se deben a la pre
selección que se hace de ellos a la entrada.
En Suecia van en retirada y en
Estado Unidos, la cuna del capitalismo, desterraron el mercado de la educación,
porque se dieron cuenta que en educación no funciona el mercado, porque la
educación no es un supermercado, tampoco es una panadería. Y aclarar que el
lucro no tiene que ver con las remuneraciones, el lucro son excedentes que como
bien decía el senador Walker se debiesen reinvertir en más salas de clases, en
mejorar infraestructura deportiva, en
laboratorios de inglés, talleres artísticos.
Termino diciendo que la educación,
y así la concebimos nosotros, y por ello la importancia de este proyecto como
derecho social es que cada niño y cada niña tenga la educación que necesita
nada más y nada menos.
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